Otoño
El otoño es mi estación predilecta. Justo cuando la luz agoniza, los
colores de la naturaleza se hacen más penetrantes y decisivos. Le debo a Él
haberme detenido en las obras de Cy Twombly: nunca le estaré suficientemente
agradecida por haberme hecho participar en esta increíble explosión de color,
porque eso es en buena medida ese pintor nacido en el Nuevo Mundo, pero que
quiso ser italiano y lo fue por su amor al color. En eso Miguel Ángel, hablando
de los pintores de Flandes, tenía una pizca de razón, aunque hoy nos parezca
mezquino. Podría hablar de la serie para ubicar el Autunno, pero eso no
añadiría mucho. Podría decir que el pintor realizó la obra en los últimos años
de su vida (pues nació en 1928 y la serie fue realizada en la primera mitad de
los años noventa). Cierto: el mundo estaba cambiando y lo que Tombly había
visto en su juventud y madurez se diluía en el torbellino de la historia. Sin
embargo, este cuadro me habla de otra cosa: de mi vida. Me dice que no basta
con estar: hay que colorear la existencia. Las manchas de color, el goteo—muy
expresionista sin duda—, el fondo blanco y los chorreos, todo contribuye a
transmitirme una noticia buena: el otoño de la existencia no es gris, sino una
explosión de color. Y quizás me he equivocado siempre, pienso ahora, al hablar
de las estaciones: pues el invierno puede ser la infancia con menos colores,
aunque con más contrastes y, así, nuestra existencia se va llenando de luz en
la juventud, se agosta en el verano y renace espléndida de color en otoño. Todo
cambia y el cambio, me susurra Twombly, es para ganar en luz. Sólo quien no
tiene nada que buscar puede permanecer idéntico; pero yo sigo buscando y quiero
para mí ese entusiasmo de esta luz otoñal que no habla de ocaso ni de final,
sino de plenitud, de una promesa de felicidad: viene y debo salir a buscarla.
Eso es el otoño.
.ELLA.
“Las hojas caen, caen desde muy
lejos/como mustiadas en el cielo, en remotos/jardines, caen: como un ademán de
rechazo” esto versos de Rilke son como la obra de Twombly hojas cayendo de un
sitio a otro, unas más altas, otras más bajas pero todas simbolizando el
rechazo de ella y curiosamente todas están en el cielo como dice el poeta. Amo
esta pintura perteneciente a una serie de las Estaciones: mi preferido es este, el Otoño ¿quizás porque me recreo en su rechazo? Porque “lo que vemos
es lo que pensamos”*, su rechazo tiene un color entre granate y morado, por eso
me quedo extasiado porque veo la belleza de un atardecer que se va apagando,
siento el dolor una herida sangrando en el costado, me conmuevo ante la sangre
que cae como esas hojas tardías y también me deslumbro ante la aureola de esperanza que tiñe el
cuadro “no obstante, hay alguien que detiene esas caídas/con infinita dulzura
entre sus manos”.
.ÉL.
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