La
Chambre à Arles
Nunca he estado en la habitación de un pintor
y no ha sido por falta de curiosidad, sino de oportunidad, pues cuando era
posible, no era oportuno, y cuando era oportuno, no era posible. Cosas de la
vida. Por eso este cuadro de Vincent van Gogh me llamó siempre la atención: nunca
pensé que el dormitorio de un artista estuviese tan ordenado. El de Él,
desde luego, no lo está. No sé, sin embargo, cuál de las tres versiones de la
obra me impacta más. Quizás la primera. En todas hay algo de monacal, austero y
esa luz limpia de las alturas que no se ve, pero que nos permite ver, consigue
un ambiente sosegado, ideal para sentarse—en una de las sillas, no en la cama
tan bien hecha—y pensar. Sin duda, van Gogh sufrió: Él no se fijará, porque no
suele prestar atención a los detalles, pero el sombrero que cuelga de la percha
se ha ido haciendo más tortuoso con el paso de los años: ha pasado de ser un
sencillo canotier a ser el sombrero de un campesino, usado y retorcido.
Quizás el sombrero nos diga una palabra silenciosa sobre el alma del pintor. De
la misma manera, a medida que han pasado los años todo parece haberse hecho más
amarillo, más chillón, en la habitación y el clima de sosiego de la primera
versión se convirtió en un entorno más agresivo, si ésta es la palabra
adecuada. Se me ocurre pensar que la vida a veces nos hace daño y que es
necesario un gran corazón para seguir amándola como al principio. Creo que van
Gogh lo tuvo.
.ELLA.
Tengo que salir de aquí.
Necesito salir de aquí. No aguanto más: esta soledad, esta austeridad, este
lugar que me hace volverme loco. Sí, creo que estoy loco, en una misma
habitación descubro tres diferentes. Una más azul y más verde parece que me
ayuda a descansar, a soñar; la otra más amarilla me exalta profundamente, la
última mucho más pequeña me angustia
terriblemente. En ninguna (aunque son la
misma) puedo ser feliz, preciso un espacio abierto, que mi mente se expanda,
aire quiero aire. Cierro los ojos, estoy en la habitación azul: si pudiera
escaparme, me imagino en un enorme campo de trigo amarillo, entero para mí,
para revolcarme por la tierra y poder diluirme en la naturaleza, hacerme uno
con ella. ¿Es un sueño? Soy yo, puedo seguir adelante y
todos mis anhelos se cumplirán. Abro los ojos, estoy en la habitación pequeña,
no quepo en mí.
.ÉL.
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